La finca del Château de Fargues pertenece a la familia Lur-Saluces (antigua propietaria de Yquem) desde 1472, es decir, una eternidad. Fue con su vino tinto con el que se dio a conocer Fargues, una producción abandonada en 1930 en favor del famoso vino dulce. Así, el cru no podía ser tomado en consideración por la famosa clasificación de Sauternes en 1855, pero qué importa porque, más que el título oficial, es el néctar sublime producido por el dominio el que tiene autoridad, colocando indiscutiblemente a Fargues entre la élite de los vinos de la denominación.
Hoy, el conde Alexandre de Lur-Saluces maneja el cru con mano maestra, aplicando los mismos principios draconianos de viticultura y vinificación que en Yquem: rendimientos bajos (8 hl / ha), selección despiadada de la cosecha. para conservar solo lo mejor de la podredumbre noble, crianza de 42 meses en barricas de un año, sin filtración, etc. El único inconveniente de esta bonita imagen: la producción es extremadamente baja, dejando a muchos aficionados a su frustración. Potente pero increíblemente elegante, el vino es tan rico y suave que es casi almibarado. Ofrece aromas complejos y sabrosos de cítricos, frutas exóticas y retama, pero también tostados y especias dulces. Un gran vino dulce cortado para crianza.
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Château de Fargues 1990
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